sábado, 7 de mayo de 2016

E.G.E.

... no te paralices, no ahora. Apenas estás entrando a los 25 años y el dolor se refleja en tus ojos cansados, porque aún esperas lo imposible, que alguien te haga el amor con sólo mirarte y en estos casi nueve meses has aprendido que hay amores que duran años y otros sólo segundos, miradas que te calan el alma y te exigen seguir lo que sientes y otras vacías que te acompañan a diario. Cada noche le sueñas recorriendo tu cuerpo sutilmente, suavemente, susurrando tu nombre, entregándole tus ganas que durante años has guardado para ella, la piensas y tu piel se eriza, escuchas su voz y todo es seguro ¿Por qué esa extraña conoce tanto de ti? ¿Por qué te sientes cómoda a su lado? ¿Por qué a ella te entregas sin prejuicios? Noches de insomnio, desvelos y lágrimas que desaparecen al escucharla.
Te pones frente al espejo y nunca te habías visto tan hermosa como ahora, no necesitas que te toquen para sentirte deseada, sabes que ella te desviste con la mirada, que su olor te embriaga y te entregas, pero te encadenas día día al dolor de la esclavitud. Falta poco muy poco para que puedas volar hacia ella o hacia donde quieras.
Sabes que debes seguir, que tu vida recién comienza, tienes apenas 25 años y las responsabilidades te pesan, no te quieres equivocar, pero tarde o temprano lo harás, porque de eso se trata la vida, de acertar y errar, para aprender y mejorar.
Piel oscura pálida, ojos profundos, cabello oscuro y rizado, labios formados que invitan a besarlos, curvas seductoras, glúteos firmes y formados, voz cautivante y con carácter, pero a pesar de toda esta belleza nada se compara con el brillo de tus ojos y la sonrisa que esbozas cuando la tienes cerca y piensas que eres correspondida.
Deliciosamente encantadora, inteligentemente llamativa, irónicamente contestadora ¿Cómo evitar desearte, si eres el deseo mismo?

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