lunes, 10 de octubre de 2016

Hoy voy a contar una vieja historia, la historia de una muchacha que creía en el amor, pero ingenuamente pensaba que cuando este apareciera todo iba a ser color de rosas y los problemas se solucionarían mágicamente. Su pasividad le hacía perder el tiempo, esperando el milagro y en su eterna espera descubrió que el amor era sólo para valientes, quien no se arriesga continuará esperando. Amar implica valor para: arriesgarte a que te destrocen el corazón, tomar decisiones, abrir la boca, moverte y dejar tu zona de confort, abrazar con fuerza, besar sin vergüenza, tomar una mano en público y quien no esté dispuesto a armarse de valor no espere ser feliz.
... y en este camino se dio cuenta que el miedo, la vergüenza y el maldito orgullo muchas veces nos paralizan para seguir nuestros sueños. Si pensamos todas las cursilerías que hemos hecho por amor, si nos detuviésemos a pensar en cuantas veces se han reído de nosotros, de nuestras ideas para sorprender, de nuestras palabras, acciones, escritos, desearíamos desaparecer sin que nos volvieran a ver, pero la vida es para equivocarnos, arriesgarnos, reír, reír mucho. El hablar, escribir, sacar afuera lo que uno siente, las alegrías, los miedos, las ilusiones, los odios, sirve para que nuestra alma vaya livianita, si quieres, dilo, si extrañas, llama, si odias, sácalo, si tienes deseos, libérate, pero no acumules, no te consumas por dentro esperando a que un milagro solucione todo. Nuestra vida son decisiones, decisiones que nosotros tomamos, a veces buenas, otras malas, pero las debemos asumir, para mejorar y corregir. No esperes que el destino arregle un cagazo que te mandaste, no esperes que la gente adivine lo que piensas y sientes, no hables cosas de alguien, porque otra persona te lo dijo, tal vez no sea así, no supongas, no te limites, lucha contra lo que no te deja avanzar.
... y la muchacha después de verse perdida, al fin supo lo que quería en su vida:
Alguien que le cuente cómo se siente, qué piensa, si necesita llorar lo haga, que no reprima sus sentimientos o pensamientos, alguien con quien comunicarse de verdad.
Alguien que le extrañe, que la despierte a las 4 de la mañana, porque tiene susto y necesita saber que ella está ahí.
Alguien que vuele junto a ella, que la empuje a ser mejor, que la ponga como prioridad y no como una opción.
Alguien que tenga miedo, que se equivoque, que acepte que es humana, que tenga defectos y los muestre sin temor.
Alguien que esté un poquito loca, que entienda que ella también lo está y que en esa locura crean que los imposibles no existen.
Alguien con quien sentirse siempre linda e importante.
Alguien que no la vea como el premio de consuelo, sino como el premio mayor.
... y en todo este tiempo la muchacha ha dejado de ser muchacha y se ha convertido en mujer, ya no le gustan las discusiones, le da lo mismo tener la razón, sabe que puede ser atractiva, para mujeres de distintas edades y nacionalidades, los años le han sentado bien o tal vez maduró, pero sólo en ciertos aspectos, porque jamás dejará de ser una niña. Ahora espera a quien sea capaz de tomar su mano, para arriesgarse juntas :D






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